Hace más o menos un par de meses caminaba por la ciudad en compañía de unos amigos, casualmente nos encontramos con un parque recreativo, de esos en los que siempre hay juegos como columpios, pasamanos, sube y baja, esos parques a donde acudíamos en la niñez para jugar con los amigos, o cuando nuestros padres nos llevaban en busca de un poco de diversión y distracción, precisamente esos juegos llamaron mi atención y recordé viejas escenas de mi infancia en las que claramente vi como hace años me divertía mucho tiempo colgado del pasamanos, pero no solo colgado si no que lo pasaba una y otra vez. Después de ver esos recuerdos en mi mente, tuve una reacción... esa reacción que le sigue al recuerdo y me pregunté antes: podré hacerlo nuevamente? entonces decidí colgarme del pasamanos y tratar de colocar un brazo adelante del otro para avanzar; sorpresivamente, para mí, claro está, no pude ni siquiera avanzar un peldaño, (le llamo peldaño porque parece una escalera horizontal) quedé colgado sintiendo los brazos tan inmóviles ante todo el peso de mi cuerpo, pensé varias cosas: esto era muy fácil cuando era un niño, será que tengo una muy mala condición física?, pero si antes recorría el pasamanos una y otra vez, qué pasa? vino la risa y los comentarios esperados de mis amigos, quienes después de increparme porqué no podía, si era una cosa tan fácil, decidieron intentarlo, no fue tan sorpresivo el resultado, ellos tampoco pudieron avanzar un solo peldaño, las excusas no se hicieron esperar, pero al final todos supimos que debemos mejorar nuestra condición física, tener una alimentación sana y por supuesto mucha actividad para el cuerpo. Desde ese día decidí caminar un poco más, sacar a mis perros a dar paseos más a menudo, comer saludablemente. Pero la aventura del pasamanos no termina ahí, el fin de semana daba un paseo por Santa Elena Barillas en el municipio de Villa Canales, Guatemala y por casualidad y para mi sorpresa me encontré con un pasamanos en el parque central del lugar, entonces vino el recuerdo más reciente, no el de la niñez, cuando disfrutaba horas usando el pasamanos, si no el recuerdo de cuando no pude hacerlo, así que decidí enfrentarlo nuevamente, era el momento que inconscientemente había esperado desde aquel día en que no pude pasarlo, y ahí estaba ese pasamanos metálico listo para que yo me enfrentara a él, sin dudarlo me colgué nuevamente del pasamanos y decidí poner un brazo adelante del otro; al hacerlo descubrí que esas caminatas, los paseos con mis perros, los paseos en bicicleta, habían tenido un buen resultado para mi cuerpo, el pasamanos había sido vencido.
Daniel Barrueto.